Me gusta mi coche
Mi coche es un Peugeot 107 Trendy. No es el coche más potente, ni el más grande, ni el más llamativo, pero es mío y me gusta. Lleva conmigo muchos años, aunque originalmente fue de mi madre, que lo usaba solo para ir y volver del trabajo en un trayecto de cinco minutos. En 2016, cuando ella se jubiló, el coche pasó a mis manos, aunque seguía a su nombre, justo cuando me mudé y lo necesitaba oficialmente como mío.
En estos años, mi pequeño Peugeot me ha llevado a todas partes: a Bilbao, a Asturias, a Cantabria, a Burgos, a Madrid y, por supuesto, a Algeciras. En él he transportado cajas de mudanza, he recogido a mis gatas, he compartido viajes con amigos y hasta me ha ayudado a conocer a mi pareja. No es solo un coche, es parte de mi historia, parte de lo que soy.
Es cierto que mantenerlo da pereza y que no lo cuido tanto como debería, pero siempre ha sido fiable. Solo me ha dado un susto serio cuando la batería murió y tuve que llamar a la grúa. Fuera de eso, nunca me ha fallado. No es una joya de coleccionista, pero es un coche ligero, divertido de conducir y de bajo consumo. Y sobre todo, me da algo que valoro muchísimo: libertad.
Mi problema con él es que debería cambiarlo. Se me queda pequeño para cuando viajo, también cuando tengo que transportar alguna cosa más grande que la compra del mes. Además de que al salir de la ciudad se vuelve muy incómodo y además consume bastante.
Lo lógico sería cambiarlo, pero aún seguirá funcionando y me da rabia que no sea mio. Así que lo iré disfrutando mientras pueda.